Poesia de Honduras
Fabricio Estrada é poeta, fotógrafo, gestor cultural. Nasceu em Sabanagrande, Francisco Morazán, Honduras, em outubro de 1974.
Tem os seguintes livros publicados: Sextos de Lluvia, 1998; Poemas contra el miedo, 2001; Solares, 2004; Imposible un Ángel (antología), 2005; Poemas de Onda Corta, 2009; Blancas Piranhas, 2011.
Seus poemas estão inseridos em algumas das principais antologias hispano-americanas, entre as quais: Cien Años de Poesía Política en Honduras, Roberto Sosa, 2003. Las Rutas del Viento, antología luso-española, Alfredo Pérez Alencart, Madrid, España, 2005; La Herida en el Sol, antología Poesía Centroamericana Contemporánea UNAM, México, 2008; Memoria del XVIII Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia-2008; Memoria del Festival Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua-2008; Puertas Abiertas, Antología de Poesía Centroamericana, Sergio Ramírez-Fondo de Cultura Económica-México, 2011; Cuerpo Plural, Poesía Hispanoamericana Contemporánea, Gustavo Guerrero – Instituto Cervantes de Madrid, 2010; Apresurada Cicatriz, Instantáneas de poesía centroamericana, Jocelyn Pantoja, Proyecto Literal, México D.F., 2013.
POEMAS
Kinshasa memories
.
I
Vuelvo a Kinshasa, mi amor,
dulce paranoia que repito
en cada vuelo que regresa desde el sueño al día.
En pleno goce del clima
percuto sobre el tambor del verano
y clavo en las paredes, con lanzas,
mi colección de pájaros humana.
Supura el sol, enfermo,
la aldea crece y se consume a sí misma,
nada desconocida a mis ojos,
babel de termitas o estatua de polvo,
pero feliz la mirada por volver a vos,
oh abandonada…
Tu pelo revuelto y medusa
envenenándolo todo,
el asedio del incendio
y el pánico del amante presa del deseo
inocultable en los parques calcinados,
en los hoteles destruidos,
en el delirio de la ceniza que hace las veces de nieve.
Estoy de vuelta, amor mío,
amaestrado en tu aro de fuego,
como el dulce paquidermo de la amnesia
te saludo, oh Kinshasa,
Serenísima,
Capital Augusta de la América Central.
.
II
En Kinshasa no queda lluvia.
La tribu perfora los cerros y busca los odres
—que dicen— yacen repletos bajo el suelo.
Así, pierden las manos y el sueño,
abren en enormes surcos,
señalizan con huesos y mascan raíces
hasta dejarlas resecas.
Un constante zumbido es la palabra
y la aldea crece en octágonos incontenibles,
un andamiaje feroz
donde guardan la breve historia de su tiempo.
No pasa nube en Kinshasa,
tan sólo, un interminable temporal de langostas
que se encarga de arrasar la techumbres
y a las precarias flores
que todos dan por llamar esperanzas.
Kinshasa memories
I
Regresso a Kinshasa, meu amor,
doce paranóia que repito
em cada vôo que regressa do sonho do dia.
Em pleno gozo do clima
toco o tambor do verão
e prego nas paredes, com lanças,
minha coleção humana de pássaros.
Supura o sol, doente,
a aldeia cresce e consome a si mesma,
em nada desconhecida por mim,
babel de cupins ou estátua de pó
mas feliz a mirada para regressar a ti,
oh abandonada…
Tua cabeleira revolta como medusa
envenenando tudo,
o assedio do incêndio
e o pânico do amante, presa do desejo,
inocultável nos parques calcinados,
nos hotéis destruídos,
no delírio da cinza que faz as vezes da neve.
Estou de volta, meu amor,
amestrado em teu arco de fogo,
como o dócil paquiderme da amnésia
te saúdo, oh Kinshasa,
Sereníssima,
Capital Augusta da América Central.
II
Em Kinshasa não resta chuva.
A tribo perfura os morros e busca odres
—afirmam— jazem repletos enterrados.
Assim, perdem as mãos e o sonho,
abrem sulcos enormes,
sinalizam com ossos e mascam raízes
até deixá-las ressecadas.
Um constante zumbido é a palavra
e a aldeia cresce em octógonos incontidos,
em andaimes ferozes
onde guardam a breve história do tempo.
Não passam nuvens por Kinshasa
apenas um interminável temporal de lagostas
que se encarrega de arrasar os telhados
e as precárias flores
que todos chamam esperanças.
(Traducción al portugués por el poeta Antonio Miranda, Brasil)
Honduras de las Termópilas
Hay una lluvia que se arremolina lentamente,
amenaza y cae al fin,
con fuerza de miles, intensamente inexorable,
todo el peso de la transparencia
en un siseo
que va ensordeciendo al viento,
en una hondura
que llega
a las raíces de las ceibas,
en un recorrido de río tumultuoso.
Hay una lluvia que traspasa la tierra
y alimenta
el empuje de árboles nuevos,
de bosques subterráneos emergiendo,
de huesos que retoman
la figura primera de hombres y mujeres andando.
Hay una lluvia
que destiñe los uniformes,
acorrala, agita y limpia el cuerpo,
amansa,
ordena,
cubre el cielo
para que luchemos
bajo su sombra.
Profundidade* das Termópilas
Há uma chuva que se enremoinha lentamente
ameaça e cai por fim
com a força de milhares, intensamente inevitável
todo o peso da transparência
num assobio
que vai ensurdecendo o vento
numa profundidade
que chega
às raízes das sumaúmas**
no percorrer de um rio tumultuoso.
.
Há uma chuva que trespassa a terra
e alimenta
o romper das árvores novas,
de bosques subterrâneos emergindo
de ossos que retomam
a figura primeira de homens e mulheres andando.
.
Há uma chuva
que esborrata os uniformes
encurrala, agita e lava o corpo,
amansa,
ordena,
cobre o céu
para que lutemos
debaixo da sua sombra.
(Traducción Joao J. Cardoso -Portugal)
*Em castelhano: Hondura
**A sumaúma (Ceiba pentandra, da família Bombacacea) foi para os índios da América Central a árvore-da-vida.”
Pleamar
Hay tumbas que están cayendo al mar.
Hoy precisamente
hoy que recuerdo a mis muertos,
a mis muertos que imagino juntos
dentro de un autobús que se va de excursión
al mar
con la comida preparada
y la ansiedad de las olas.
Las islas Marshall serán engullidas por el Pacífico
y sus habitantes
tendrán que buscarse otras tierras,
emigrar en su canoas
de la misma forma en que un día
tomé mis cosas y me largué de la infancia
Un autobús me ha traído y llevado
siempre al mismo naufragio
a la misma orilla que recorro adentro
con muertos
que las olas
me devuelven.
Prodigio de un ángulo en el cielo
Afuera
el cerrojo de las nubes.
La luz -prisionera sedienta-
da vueltas conmigo en el patio;
ocho horas se afilan
y pienso en grandes bosques,
en el pequeño vuelo de los cetáceos
antes de ser engullidos por el mar.
Sólo quedan minutos
y puntas de flechas
dispersas,
breves laberintos en los que Ariadna
toma la forma del cielo
y deja un rastro de nubes para Teseo.
Afuera, existe sin horario
lo que pienso.
Crece la piedra, transparente
despaciosa, casi caracol
y se endurece.
Pausema
Y vi que cada signo
cada rosa inventariada en la carne
las mañanas
el instinto de saberme vivo
en pie
en manada
de paso por los puentes
estremecidos y oxidados
que los ciegos
y los videntes
que el suspenso de los tristes
de las manos y sus monedas
que todo
todo era consecuencia del poema
y no de la vida
que la vida era solo pausa
del implacable fragor del poema
del irrenunciable estallido del poema
solo pausa la vida
un lento movimiento
que conduce invariable hacia otro poema
que se yergue
que se hunde
y mientras tanto aparece
queda su viento para habitarlo
su sol
su inminente presencia para respirar
e intentar el siguiente acto.
Daguerrotipo de los muertos súbitos
En la carga de Gettysburg
cayeron, a mitad de carrera
todos
mientras cantaban
muertos de sueño.
En el asalto a las murallas de Constantinopla
cuando los arietes reventaban la piedra
y enjambres subían por las atalayas
cayeron
todos
muertos de sueño.
En el chaco
una vez conquistado el pozo
los sedientos
saciados
cayeron
todos
muertos del sueño.
Extraño y súbito
el sueño que se aspira suave
como un polen
y hace que los hombres
se extiendan bajo el sol
como turistas cansados
hartos de matarse
unos a otros.
.
[Seleção e apresentação do poeta gaúcho Ronald Augusto]
23 novembro, 2013 as 17:38